En torno a la primavera tiene lugar una de las celebraciones más importantes de nuestro calendario, la conmemoración de la muerte y resurrección de Cristo, fundador del Cristianismo; esta celebración está relacionada con las fiestas de la primavera. Desde tiempos judaicos la Pascua está relacionada con fiestas y rituales de pastores (el rito festivo central era la inmolación del cordera, un Dios cordero cuya ofrenda se hacía en los primeros días de primavera, sacrificándolo en acción de gracias), así como con fiestas y rituales agrarios (ritual de los panes amasados sin levadura, es decir, la ofrenda a Dios y el consumo de los primeros frutos).
La Pascua fue una de las grandes fiestas instituidas por Moisés para el pueblo Hebreo, el decimocuarto día del primer mes lunar del año en recuerdo del paso del Ángel por Egipto para matar a los primogénitos de los Egipcios y la posterior huída de los Hebreos con su milagrosos paro del Mar Rojo, se sacrificaban y comían corderos con pan sin levadura. De hecho, en la noche del Banquete Pascual tuvo lugar el Prendimiento de Jesús y el inicio de su Pasión.
A la Semana Santa se le conoce también con el nombre de Semana Mayor o de Pasión. Desde los primeros tiempos la iglesia tuvo interés en celebrarla cada año conmemorando especialmente los misterios de nuestra redención: La Pasión, La Muerte y La Resurrección de Cristo, luego se añadió el recuerdo de la institución de la Eucaristía y finalmente la entrada de Jesús triunfante en la ciudad de Jerusalén.
La orden franciscana, cuando regresa de tierra santa, será la que propague y haga surgir, por toda Europa, muchas prácticas conmemorativas de la Pasión de Cristo, especialmente cofradías y difusión de Vía Crucis. De hecho a mediados del siglo XIV el beato Álvaro de Córdoba llega a España creando capillas con el nombre de santos lugares y extendiendo la práctica del Vía Crucis. Desde 1342 la Orden Franciscana es la encargada de la custodia de los santos lugares donde transcurrieron los episodios centrales de la vida del fundador de la religión judeo-cristiana.
Durante la etapa Barroca, los frailes Franciscanos en sus
campañas misionales cultivaron el uso de sermones-pregones narrativos
de la Pasión de Cristo, así como el de representaciones teatrales
de pasos de tema bíblico y de escenas de la Pasión, con el fin
de atraer al público para que conociese mejor los misterios de su fe.
Fuente:"La imaginería religiosa en la Semana Santa de Viveiro".M. Begoña Fernández García