El asentamiento de los religiosos Dominicos y Franciscanos y la pronta erección de las iglesias de Santa María del Campo, Santiago y la de San Francisco, dan a la Villa de Viveiro un mayor auge y esplendor a lo largo de toda su historia. La desaparecida iglesia de Santiago, construida a finales del siglo XII, estaba situada en la Plaza Mayor, en ella no sólo se celebraban actos litúrgicos sino también Concejos públicos, elección del Procurador General y la toma de posesión de algunos cagas como corregidores, escribanos, etc. Dicha iglesia fue demolida en el año 1840, trasladándose la parroquia a la iglesia conventual de San Francisco.
La iglesia de Santa María del Campo es la más antigua de los edificios religiosos, erigida posiblemente en el siglo XII, se desconoce su fecha de construcción y fundación; su traza es típicamente románica con planta basilical de tres naves, la central más alta y ancha, ábside semicircular en la cabecera que se abre al exterior en tres ventanas, con vano de aspillera y columnillas que soportan las arquivoltas semicirculares. En su interior, hay que destacar el grupo escultórico de Nuestra Señora de las Angustias, con la Magdalena y San Juan, la capilla del Rosario, construida a mediados del siglo XVIII, y la capilla de San Gregorio del siglo XVI. En esta parroquia se conservan hermosas obras de orfebrería, como la gran cruz procesional (s. XVI), obra del platero lucense Pedro Rodríguez Blanco, una de las más destacadas de Galicia.
La iglesia de San Francisco, de etilo ojival, se cree que fue fundada en el siglo XIII por el mismo San Francisco de Asís. En ella se repite el tipo de iglesia monacal gallega con planta de cruz latina, ábside pentagonal con bóveda de abanico y cinco ventanales ojivales, junto a la fachada destaca la torre campanario, levantada a finales del siglo XVII, en su interior destacar las capillas de la Venerable Orden Tercera (1741) y la de San Ildefonso, perteneciente a la primitiva construcción de la iglesia. En este templo se encuentran los restos de personajes tan importantes para el pueblo de Viveiro como los de La Beata Constanza de Castro, Doña Margarita Pardo de Cela y Montenegro, Doña María Sarmiento, Don Nicomedes Pastor Día,…
A la terminación del puente mayor de Viveiro, se encuentra la capilla de La Misericordia, fundada en 1603 por el caballero Don Rodrigo Alfonso Alfeirán; de estilo renacentista su planta es de una sola nave, con bóveda de medio cañón y cúpula, en su fachada se abren dos puertas con frontones semicirculares y una ventana, en el remate hay un frontón triangular en cuyo interior se encuentra el escudo familiar, y sobre este una espadaña. Interiormente, la decoración de la cúpula se debe al ferrolano Camilo Díaz Baliño, el cual fue contratado por don Alfredo Bermúdez de Castro y de los Ríos por encontrarse ésta muy deteriorada, así los lienzos que decoran la cúpula hacen alusión a temas bíblicos y a episodios de la vida de la beata doña Constanza de Castro, fuente de inspiración para el pintor. En uno de los altares de esta capilla se venera y rinde culto, desde hace siglos, a la tan querida imagen del ECCE-HOMO, que en la Semana Santa de 1997 volvió a desfilar por las calles de Viveiro. En 1648 Don Pedro de Posada Afeirán y su esposa doña María de Pallares Somoza, reedificaron y adornaron de nuevo esta capilla, al igual que lo harán Don Gaspar Bermúdez de Castro en 1800, Don Alfredo Bermúdez Castro y del Reo en 1917 y Don Antonio Bermúdez de Castro y Plá en 1976.
Junto a estas iglesias, destacar los dos conventos que se encuentran en la villa: el convento de Santa María de Valdeflores, situado en el valle de Xunqueira, junto al río Landro. No hay ningún documento que aclare su fecha de fundación, pero se cree que a finales del siglo XIV ya estaba en funcionamiento en manos de las Terciarias dominicas de Santa Catalina de Siena y dirigidas por los dominicos de Viveiro. Según la leyenda, la fundación de este convento se debe a la aparición de la imagen de Nuestra Señora de Valdeflores encontrada por un campesino mientras trabajaba en el valle de Xunqueira, a partir de aquí esta imagen sería venerada por mujeres muy devotas lo que les llevaría a crear una comunidad dominica que llega hasta nuestros días. Las primeras religiosas que ocuparon el convento pertenecían, principalmente, a familias hidalgas de la zona pues la dote que tenían que aportar era cuantiosa. A partir del Concilio de Trento las normas sobre la clausura se vuelven radicales por lo cual la vida de estas monjas será de un encierro y un aislamiento total. Al igual que otros conventos este sufrió las consecuencias de la desamortización, aunque con el tiempo se irían renovando, actualmente este convento está totalmente integrado en la vida cotidiana de la villa de Viveiro.
El convento de Las Concepcionistas situado detrás de la iglesia de Santa María del Campo, se construyó en el siglo XVII y su fundación se debe a Doña María de Alas Pumariño, en su testamento manda que se construya un convento y monasterio de monjas de la orden de Nuestra Señora de la Concepción franciscana (“ingresarían en el convento seis monjas pertenecientes a su linaje y otras que su dote no excediera los cuatrocientos ducados”). En el siglo XVIII este convento es reformado y ampliado. La iglesia es de estilo renacentista, de una sola nave con una bóveda de cañón y cúpula. El retablo mayor se realizó en el taller compostelano de Magariños y fue traída a Viveiro por Don José Otero Gorrita. En el interior de la iglesia se encuentra la sepultura de Doña María Alas Pumariño, sobre una lápida de piedra está el escudo nobiliario y la siguiente inscripción: “Esta sepultura es de Doña María de Alas fundó este Santo Convento de La Concepción…”. En el año 1925 junto a la entrada de la iglesia se construyó una gruta donde se venera a la virgen de Lourdes.
Durante el año la mayor parte de las imágenes, al igual que algunas piezas permanecen guardadas en espera de la Semana Santa, bien en las iglesias o bien en alguno de los conventos de la Villa para su buena conservación, mientras que otras se destinan al culto, siendo mostradas a los feligreses, bien por devoción bien por ubicación habitual, aunque éstas no aparezcan con sus mejores vestiduras.
Hoy en día la ciudad de Viveiro aparece como una población
con un gran dinamismo económico, social y cultural que la convierten
en un punto estratégico importante a nivel gallego.
Fuente:"La imaginería religiosa en la Semana Santa de Viveiro".M. Begoña Fernández García