EN LAS PROCESIONES DE VIVEIRO NO HAY NINGUNA POSTURA INDECOROSA


Semana Santa. Las calles de Viveiro ya huelen a cera. María Teresa Santos Corbelle (Viveiro, 1980) cargará el viernes con el Santísimo Cristo de la Piedad. El suyo es el único hombro femenino entre cincuenta hombres. Y, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares, nadie parece escandalizarse.

-Dado que usted carga con el Cristo de la Piedad, ¿la puedo llamar costalera?

-En Viveiro nos llamamos «llevadores».

-¿Qué hace una chica como usted en una cofradía como ésta?

-No lo sé muy bien. Empecé de pequeña en las procesiones, primero llevando un hachón [una especie de vela eléctrica]; luego un lábaro [estandarte pequeño], pero siempre me había hecho mucha ilusión llevar la Piedad, el paso. Yo lo proponía, pero no me hacían mucho caso. A mi padre, que es el que más metido está en la cofradía, no le hacía mucha gracia.

-Igual pensaba: «¿Una mujer cargando el santo?»

-Claro, supongo que él se preguntaba qué pintaba su hija entre cincuenta hombres. Pero él no quería influir ni a favor ni en contra. Otros de la cofradía me animaron y así fue como, un año, fui a la reunión de llevadores. Pedimos permiso explícito para que yo la llevase y nadie dijo que no. Lo malo es que, cuando por fin lo iba a hacer, la Piedad no salió por la lluvia.

-Salida en falso, como en las carreras...

-Más o menos, estaba todo preparado pero no pudo ser. Al año siguiente ya fue posible y creo que a la gente se le hizo raro. Al final de la procesión me preguntaban cómo me había ido. Ahora ya no hay diferencias.

-¿Y sigue sola entre los cincuenta llevadores?

-Sigo. Después se formó una cofradía de mujeres.

-¿Y carga con la Piedad durante todo el recorrido?

-Todo. Suele durar dos horas, dos horas y media... depende. Vamos de un tirón, ni se cambia gente ni se hacen turnos. Llevamos unas horquillas para descansar cuando toca parar.

-¿Hay avituallamiento?

-Durante la procesión, nada. Después nos vamos de pinchos.

-Menuda se montó en Córdoba. El Obispado presionó para que dos mujeres no llevasen sobre sus hombros a la Virgen de los Dolores para evitar «posturas indecorosas» y, finalmente, las aceptan pero de modo «excepcional». ¿Qué le parece?

-Me parece absurdo. Yo no sé cómo van allí, pero en Viveiro no hay ninguna postura indecorosa. Es más, ni siquiera te rozas con los de alrededor. Como mucho pisas al de delante y ya le puedes pedir perdón. Yo creo que, si alguien va pensando en lo que no debe, quien no debería estar es esa persona. Y las posturas que puedan dar lugar a malos pensamientos son iguales para hombres que para mujeres.

-¿No puede ser que haya aún un cierto machismo en esto de las cofradías? No lo insinúo, lo pregunto...

-Cuando se crearon este tipo de asociaciones, el mundo era machista y a nadie se le pasaba por la cabeza que una mujer entrase en una cofradía y, mucho menos, que llevase un santo. Con los años, eso ha ido avanzando. Es posible que aún quede alguna idea equivocada en alguna persona, pero confío en que eso vaya cambiando.

-¿Qué le dicen sus amigos de su empeño por llevar al Santísimo Cristo?

-Tampoco es un tema de conversación. La mayoría de mis amigos no son cofrades. Ellos saben que en Semana Santa estoy muy ocupada.

-Acabará rendida, claro...

-La verdad es que la Piedad pesa mucho, pero si el peso está bien repartido, no hay problema. Al día siguiente suelo acabar molida. El Viernes Santo es un día muy intenso.

-¿Es de misa dominical?

-No. Yo lo hago por tradición.

-¿A qué se dedica?

-Soy terapeuta ocupacional en un centro en Oviedo.

-¿Casada?

-Soltera.

-¿Cuál es el momento más emocionante de la procesión?

-Cuando termina. Levantamos el santo tres veces y se me ponen los pelos de punta.

(Firma: Nacho Mirás Fole, nacho.miras@lavoz.es)